viernes, 1 de agosto de 2008

Cómo llenar tu jarro

Me he topado con esta anécdota que leí hace tiempo en un libro y me ayudó bastante. Aquí te la dejo por si te ayuda lo mismo que a mí:
Cierto día un motivador experto estaba dando una conferencia a un grupo de profesionales. Para dejar en claro un punto utilizó un ejemplo que los profesionales jamás olvidaron.
Parado frente al auditorio de gente muy exitosa dijo: Quisiera hacerles un pequeño examen. De debajo de la mesa sacó un jarro de vidrio, de boca ancha y lo puso sobre la mesa; luego sacó una docena de rocas del tamaño de un puño y comenzó a colocar una por una en el jarro.
Cuando el jarro estaba lleno hasta el tope y no podía colocar más rocas preguntó al auditorio: ¿Está lleno este jarro?
Todos los asistentes dijeron: Sí…
Entonces dijo: ¿Están seguros?
Sí, respondió la audiencia.
Entonces de debajo de la mesa sacó un balde con piedras más pequeñas; las comenzó a colocar una por una en el jarro hasta que quedaron bien acomodadas, luego de una pequeña sacudida del jarro, en los huecos dejados por las piedras grandes.
Cuando hubo hecho esto preguntó una vez más: ¿Está lleno este jarro?
Esta vez el auditorio supo lo que vendría y uno de los asistentes responde en voz alta: Probablemente no.
Muy bien, contestó el expositor y de debajo de la mesa sacó un balde con arena y comenzó a echarlo en el jarro hasta que la arena se acomodó entre las piedras y las rocas. Una vez más el expositor preguntó: ¿Está lleno este jarro? Esta vez varias personas respondieron a coro: ¡No!.
¡Muy bien! Contestó el expositor y una vez más sacó de debajo de la mesa una jarra con agua. Comenzó a echar el agua al jarro que contenía las rocas, piedras y arena hasta que estuviera lleno.
Cuando terminó miró al auditorio y una vez más preguntó: ¿Está lleno este jarro?
A lo que todo el mundo respondió: Sí.
¿Cuál creen que es la enseñanza de esta demostración?
Uno de los espectadores levantó la mano y dijo: La enseñanza es que no importa que tan lleno esté tu horario; si lo intentas siempre podrás incluir más cosas.
¡NO!
Esa no es la enseñanza, replicó el expositor. La verdad es que esta demostración nos enseña lo siguiente: Si no pones las piedras grandes PRIMERO, no podrás ponerlas en ningún otro momento.
¿Cuáles son las piedras grandes en tu vida?
¿Un proyecto que tú deseas hacer funcionar? ¿Tiempo con tu familia? ¿Tu fe, tu educación? ¿Alguna causa que desees apoyar? ¿Enseñar lo que sabes a otros? Recuerda poner estas piedras grandes primero o luego no encontrarás lugar para ellas. Así que hoy en la noche o mañana al despertar, cuando te acuerdes de esta pequeña anécdota, pregúntate a ti mismo: ¿cuáles son las piedras grandes en tu vida? Y corre a ponerlas primero en tu jarro.

miércoles, 30 de julio de 2008

El aceite de la viuda



Continuando con la lectura del libro "Elisha: the man of God", he llegado hoy al capítulo VIII. Aquí van algunas reflexiones.


El Dios que cuenta el número de las estrellas y que las llama por sus nombres es el Dios que sana a los quebrantados de corazón. Laas estrellas están demasiado altas; y los dolores de un corazón roto, demasiado profundos para que lleguemos a ellos: pero el Dios que puede contar las miríadas de estrellas en los cielos, puede descender a sanar un corazón herido en la tierra.
Dios no nos permite pasar por circunstancias que no muestren sus providenciales misericordias. El Señor es mi ayudador, no fuera de sus misericordias, sino a través de ellas.
La misericordia de Dios es mayor que nuestras necesidades.
Al igual que la viuda tuvo que proveerse de vasijas vacías para que fueran llenas de aceite, así en nuestra vida, para ser llenos con el Espíritu de Dios, Dios debe tener también vasijas vacías.

¡Qué fácilmente nos dejamos llenar con influencias y pensamientos que entorpecen el que vivamos en la plenitud de la vida abundante que Dios nos ha dado!