SERMONES DEL AÑO DE AVIVAMIENTO
Mi primera lectura del verano ha sido este libro de Spurgeon: "Sermones del año de avivamiento". Se trata de una serie de cinco mensajes al más puro estilo del príncipe de los predicadores. Fueron predicados en el Surrey Gardens Music Hall de Londres en el año 1859. Este año fue significativo en el ministerio de Spurgeon, por cuanto, aunque contaba con veinticuatro años de edad, Dios lo utilizó para ser parte del avivamiento que comenzó en América del Norte, continuó por Irlanda, el país de Gales y, finalmente, Inglaterra.
No deja de ser curiosa la anécdota de que Spurgeon le dijo a los propietarios que si abrían el local donde él estaba predicando un domingo para diversiones de la ciudad, dejarían de congregarse allí. Los propietarios, movidos por pingües ganancias, decidieron abrir el local para diversiones, a lo que Spurgeon dijo: "Comprenderéis, pues, que yo sería un cobarde a la verdad, e inconsistente con mis propias afirmaciones, si me sometiera a sus demandas. De hacerlo, mi nombre dejaría de ser Spurgeon... En defensa del día santo del Señor, debemos decir: Levantaos, vámonos de aquí". Tras esto, predicó su sermón de despedida, que no tiene desperdicio a nivel homilético.
Todo aquel estudiante de la Escritura y expositor bíblico debería leer estos sermones y otros de diferentes autores de la época, para volver a predicar el mensaje verdadero del Evangelio de Jesucristo. Evitemos mensajes flojos, faltos de pasión, faltos del poder del Espíritu, faltos de fuego, faltos de Evangelio.
Aquí van los títulos de los sermones y algunas frases interesantes de cada uno:
1. La historia de las grandes obras de Dios. Salmo 44.1. No puede haber nada más interesante que aquello que es verdadero. Dios no obra a través de los caballos y carruajes de faraón, sino que obra con la vara de Moisés. Hombres con una fe grande realizan cosas grandes.
2. La sangre del pacto eterno. Hebreos 13.20. Dejad que Dios sea Dios y que el hombre se encoja en su nada natural, y si a Dios le place exaltarlo, que no se enorgullezca como pensando que Dios encóntró en él algún motivo. Los motivos Él los encuentra en Sí Mismo.
3. La necesidad de la obra del Espíritu Santo. Ezequiel 36.27. La obligación de todo pastor es gloriarse en sus flaquezas. La elección es una carta muda para mi conciencia hasta que el Espíritu no me llame de las tinieblas a su luz admirable. Más fácilmente podría una roca llorar, o un desierto florecer, que un pecador poder arrepentirse por su propia iniciativa.
4. Elección y llamamiento. Romanos 8.30. ¡Feliz, feliz el hombre que disfruta de la certeza plena de su participación en el pacto de la gracia, de la sangre reconciliadora y de las glorias del cielo!
5. Un sermón de despedida. Hechos 20. 26,27. ¡Qué de males no se han visto en este mundo como resultado de un evangelio retorico y hecho trizas por los moldes humanos! ¡Qué daño tan terrible se ha causado a muchas almas por hombres que han predicado solamente una parte y no la totalidad del consejo de Dios! El creyente sólo podrá sostenerse puro en doctrina, y sencillo y humilde en carácter, si está bajo la influencia de una predicación que encierra toda la verdad del Señor Jesús. La antigua verdad que San Pablo predicó, que san Agustín predicó, y que Calvino predicó, es la verdad que yo también debo predicar. De no hacerlo, dejaría de se fiel a mi conciencia y a mi Dios".
No deja de ser curiosa la anécdota de que Spurgeon le dijo a los propietarios que si abrían el local donde él estaba predicando un domingo para diversiones de la ciudad, dejarían de congregarse allí. Los propietarios, movidos por pingües ganancias, decidieron abrir el local para diversiones, a lo que Spurgeon dijo: "Comprenderéis, pues, que yo sería un cobarde a la verdad, e inconsistente con mis propias afirmaciones, si me sometiera a sus demandas. De hacerlo, mi nombre dejaría de ser Spurgeon... En defensa del día santo del Señor, debemos decir: Levantaos, vámonos de aquí". Tras esto, predicó su sermón de despedida, que no tiene desperdicio a nivel homilético.
Todo aquel estudiante de la Escritura y expositor bíblico debería leer estos sermones y otros de diferentes autores de la época, para volver a predicar el mensaje verdadero del Evangelio de Jesucristo. Evitemos mensajes flojos, faltos de pasión, faltos del poder del Espíritu, faltos de fuego, faltos de Evangelio.
Aquí van los títulos de los sermones y algunas frases interesantes de cada uno:
1. La historia de las grandes obras de Dios. Salmo 44.1. No puede haber nada más interesante que aquello que es verdadero. Dios no obra a través de los caballos y carruajes de faraón, sino que obra con la vara de Moisés. Hombres con una fe grande realizan cosas grandes.
2. La sangre del pacto eterno. Hebreos 13.20. Dejad que Dios sea Dios y que el hombre se encoja en su nada natural, y si a Dios le place exaltarlo, que no se enorgullezca como pensando que Dios encóntró en él algún motivo. Los motivos Él los encuentra en Sí Mismo.
3. La necesidad de la obra del Espíritu Santo. Ezequiel 36.27. La obligación de todo pastor es gloriarse en sus flaquezas. La elección es una carta muda para mi conciencia hasta que el Espíritu no me llame de las tinieblas a su luz admirable. Más fácilmente podría una roca llorar, o un desierto florecer, que un pecador poder arrepentirse por su propia iniciativa.
4. Elección y llamamiento. Romanos 8.30. ¡Feliz, feliz el hombre que disfruta de la certeza plena de su participación en el pacto de la gracia, de la sangre reconciliadora y de las glorias del cielo!
5. Un sermón de despedida. Hechos 20. 26,27. ¡Qué de males no se han visto en este mundo como resultado de un evangelio retorico y hecho trizas por los moldes humanos! ¡Qué daño tan terrible se ha causado a muchas almas por hombres que han predicado solamente una parte y no la totalidad del consejo de Dios! El creyente sólo podrá sostenerse puro en doctrina, y sencillo y humilde en carácter, si está bajo la influencia de una predicación que encierra toda la verdad del Señor Jesús. La antigua verdad que San Pablo predicó, que san Agustín predicó, y que Calvino predicó, es la verdad que yo también debo predicar. De no hacerlo, dejaría de se fiel a mi conciencia y a mi Dios".
Etiquetas: avivamiento, Escritura, Evangelio, homilética, sermones, Spurgeon
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